lucha libre

El documental ¿Quién mató a Shocker?, de Alejandro Carper, que recientemente se exhibió primero en la Cineteca Nacional y luego en distintas salas como parte del Festival Docs, ha llegado para impactar a la comunidad de la lucha libre de nuestro país.

Este deporte, que tiene una tremenda cantidad de seguidores, casi en el rubro de lo religioso, dentro y fuera de nuestras fronteras (de hecho gente como Billy Corgan o Sean Lennon a la menor provocación manifiestan su devoción por la lucha libre nacional), de alguna manera necesitaba una propuesta seria en materia de su archivo histórico.

Una muestra de que nuestra lucha libre puede ser observada y estudiada en los rubros de lo académico y lo histórico sin tener que llegar a lo aburrido o inalcanzable para el espectador del deporte más popular de México.

Alejandro Carper (también conocido como Alejandro Flores, el cerebro detrás del canal de YouTube “La Hemeroteca”), ha logrado una colección de instantáneas sobre el ascenso y decadencia de la carrera de Shocker, el también conocido como “Mil por ciento guapo”, nacido con el nombre de José Jairzinho Soria Reyna.

Fue una superestrella muy popular entre los años 90 y los 2000, quién llegó a ser un fenómeno de la televisión, un ejemplo del dominio de las masas que los héroes de la lucha tienen sobre sus seguidores, y por supuesto, un atleta que refleja el cliché del deportista que nació en las adversidades de la vida, que sólo las clases medias bajas y bajas otorgan a sus miembros: el retrato de un deportista que lo tiene todo de repente, luego de sus orígenes humildes; el encuadre perfecto para las limitaciones humanas que sólo las superestrellas pueden conocer sobre nosotros los mortales: tenerlo todo o tener absolutamente nada.

En orden cronológico, ¿Quién mató a Shocker? cuenta la vida de Jair antes de ser Shocker; sus antecedentes familiares, el paso de su padre por la lucha libre y de su madre por la música popular; sus años en los Estados Unidos dónde sirvió a la milicia; su inicio en la lucha y cómo la experiencia de perder su máscara se convirtió en el punto nodal de toda su carrera.

Sin embargo, la narrativa derrumba la facilidad de contar una historia a modo. El director logra retratar al ser humano, a Jair. Logra entrar en la intimidad dentro de la zona segura de Shocker. Nos responde esta pregunta inmediatamente sin necesidad de rodeos: ¿Quién mató a Shocker? ¡Shocker! ¿Quién más podría?

Sin llegar a ser una receta de moralidad o de alguna campaña contra el consumo de alcohol y drogas, el documental nos muestra en dónde ha estado Shocker en los últimos 15 años: en la lucha constante contra sus adicciones; en sus bajas personales; en su faceta de padre de familia que termina regañado por su pequeña hija, quién por supuesto no disfruta ver a su papá en estados inconvenientes.

¿En dónde ha estado Shocker todos estos años? Sobreviviendo en los bajos circuitos de las ligas menores de los rings populares de la periferia de la Ciudad de México y el interior de la República. Ha estado acostumbrándose a la pérdida de su porcentaje de mil sobre su belleza, la que también se perdió gracias a una mal atendida lesión en la mandíbula.

En términos humanos, en realidad este documental que todo fan de la lucha libre tiene que ver, es una historia sobre la soberbia. De cómo el estrellato ciega a muchos que lo han tocado, y que en definitiva, nos concierne también a los mortales, porque de ella no escapamos ninguno, ni mortales, ni superestrellas.